sábado, 16 de julio de 2011

Las presencias de los no Presentes

 21 de Marzo 1979


Esas cuatro paredes se me presentaban como una inmensa realidad de la que posiblemente jamás podría escapar. La frialdad oscura de aquella celda daban muestras de su increíble poder, poder que ejercía sobre mi, sin si quiera titubear, me aprisionaba más en lo profundo de lo que era capaz de absorber en la superficie.
Me atemorizaba con su indiferencia, con su transcurrir sucedáneopretendía quebrantarme de todas las maneras que fuesen posibles, ser la prueba insoslayable de la soledad que me habitaba.
Esperaba pacientemente mi declinación absoluta, sabia que yo me encontraba en desventaja.
Al oír aquellos pasos me recorría un escalofrió intenso por todo el cuerpo, sentía que mi sangre se congelaba, mi respiracion se cortaba y que mi corazón estallaría en mil pedazos en cualquier momento. Sin embargo me mantenía en pie todo lo que podía, para no dar a conocer el miedo del que estaba siendo presa. Los golpes aun no habían conseguido paralizarme por completo, pero los gritos de dolor, cuasi como aullidos, provenientes de las celdas contiguas, estaban perturbándome mucho más, esos gritos de desesperación eran más eficaces en función de mi debilitamiento psíquico.
La mayoría del tiempo me invadía la imperiosa necesidad de soltar lagrimas, que hacia ya tiempo venían siendo contenidas, de gritar con tanta fuerza que el resto del mundo pudiese escuchar y voltearse para ver, aquello que todos sabían. Eso de lo que todo el mundo hablaba, empero, nadie decía nada. Buscando que alguien se apiadara de mi cuerpo destrozado, violentado en cada rincón, al tiempo que iba comprendiendo que no serviría de mucho. Como siempre, la complicidad del silencio y el silencio de la complicidad, enemigo intimo de las naciones, amigo de los traidores. No tratábamos con seres humanos, al parecer, si quiera seres, menos humanos. Bestias hubiese sido un buen calificativo, animales sedientos de sangre. Pero nada de esto podría ser, ya que, hasta los animales más feroces protegen a sus crías ante extraños. Ellos no estaban defendiendo a sus hijos, los estaban exterminando, pues éramos, fuimos y seremos hijos de todos. Entonces, fue cuando comencé a pensar en ellos, más bien como maquinas programadas para destruir, castigar y torturar. Impulsados por el motor anímico de la venganza y la obediencia. Sin embargo, me pregunte:
¿De que se vengaban, por qué debían obedecer a tales propósitos, siguiendo al pie de la letra las instrucciones?
Quizás, si no hubiesen encontrado en ello algo de placer, les hubiese resultado difícil llevar a cabo tales objetivos. Pues aquí también la analogía con las maquinas seria del todo exacta, ya que estas, no sienten placer. Resultaba irónico, que mientras yo buscaba nominarlos con la mayor exactitud posible, ellos se encontraban con motivos siempre insuficientes para infringir sobre nosotros el mayor dolor posible.
Intentaban matar ideologías, contenido, pero además aniquilaban el continente. Así trascurrían los días, entre sollozos vespertinos, simulacros de fusilamientos y picanas eléctricas. Empezaba a cuestionarme, si lo que se manifestaba en mi cuerpo eran escalofrios o se trataba de restos de electricidad que habían quedado vagando por mis venas. 
Atadas de pies y manos olvidaban que aún contaba con algo que nunca, nadie podría destruir, la imaginación. Siempre tan bellamente libre, ni el peso mas pesado, de la angustia provocada por aquellos sucesos, podían evitar que recrease, guiada por mi motor indestructible, el deseo de libertad, los instantes que soñaba con vivir. Porque dentro de mi, aunque solo allí fuese, era libre. 
Solo senti pena por ellos, por no haber disfrutado de ella nunca. Albergaban la tonta idea, de que por mantenernos separados, divididos por esas frágiles, nos íbamos a encontrar lejos, unos de los otros. Compartíamos las mismas ideas, el mismo sentimiento de lucha, los mismos sueños, una causa justa, pero por sobre todas las cosas, el profundo anhelo de libertad. ¿Quién puede contra eso? Cuando los lazos sociales son sedimentados sobre esas bases, es poco probable que un par de armas, hombres ambiciosos de poder y malas decisiones, puedan romper dichos lazos.
La imaginación permitió que escribiera éstas lineas, asumiendo que todo es pasado podré contarlo así. Ella posibilito que mi presente se convirtiese en mi pasado, mi cuerpo encarcelado en alma libre.
Concibo que las generaciones futuras no serán silenciadas de ésta manera nunca más, pero advendrán nuevas formas, sin dudas. Me pregunto, ya que nada puede volver a ser lo que fue, si quiera un minuto atrás, si éstas nuevas formas, contra las que tendrán que luchar, ¿las combatirán con nuestras mismas armas teóricas, les servirán ellas para hacerlo, estarán frente a los mismos monstruos? Quizás.


PD: Si alguien lee este escrito antes que yo pueda leérselo a alguien más, tal vez sea que mi presencia se encuentre ausente. Sólo me conformo con que, a quién lo lea, le permita no ceder ante el olvido, para que el recuerdo configure nuevas formas de lucha.
       
                                                                                   Hasta la victoria. ¡Siempre patria o muerte!




                                                                                                                               Mar. A